sábado, 21 de enero de 2012

Artículo: EL DESARROLLO PSICOMOTOR

Cuando el ser humano nace, tiene casi todas sus capacidades por desarrollar. Ni sus estructuras neurológicas ni muchos de sus órganos, los motores entre ellos, están terminados de formar. El desarrollo básico dura toda la infancia, más o menos hasta los 21 años.

Y en esto consiste precisamente la gran aventura de la infancia, en el propio desarrollo. Es la mayor fuente de satisfacción, porque es la aventura de vivir y realizarse a sí mismo! Aventura que la mayoría de los adultos no hemos conocido.

De acuerdo con los estudios neurológicos de los últimos años, el desarrollo de las capacidades se produce por la experimentación con el entorno por iniciativa propia. Pero no se produce de cualquier manera, sino que responde al programa genético personal, que marca el momento en que el organismo está preparado para dar cada paso (“las etapas sensibles” de María Montessori). Es decir, cada eslabón del desarrollo se produce por la conjunción de estas dos realidades: la experimentación con el entorno en el momento en que el organismo está preparado. La responsabilidad del adulto se limita a ofrecer un entorno adecuado que permita este desarrollo. El desarrollo en sí mismo es tarea del niño…

Durante los 6 o 7 primeros años se desarrollan principalmente las capacidades relacionadas con los sentidos y con el movimiento. Es la etapa sensoriomotriz. En esta etapa, las experiencias donde intervienen los sentidos y el movimiento son la mayor fuente de placer y de interés. Observando a los niños, vemos que las buscan continuamente. Y son las primeras experiencias, ya fuera del útero materno, del largo proceso de hacerse a sí mismos.

En lo que respecta al movimiento, la capacidad de moverse va a evolucionar en paralelo con el desarrollo de los órganos motores, de las estructuras neurológicas encargadas del movimiento y de los sentidos relacionados con él. Sólo se requiere una condición: la posibilidad de experimentar, de moverse libremente. Y se va a llevar a cabo de acuerdo al programa genético, que tiene una base común a todos los seres humanos, pero también un margen de diferencia, que hace que cada niño tenga sus propios ritmos.

A nivel práctico, esto se traduce en que ningún niño necesita estímulos externos (además de los que ya ofrece el entorno), y mucho menos ayuda, para aprender a moverse. Si el entorno le permite la libertad de movimientos que necesita en cada momento, él va a hacerlo por sí mismo, poco a poco. Su impulso interno y el placer por el logro son motores más que suficientes.
Los estímulos externos y las ayudas no son más que interferencias en su proceso, y pueden desviarle, poco o mucho, en su desarrollo.

En nuestra sociedad, la experiencia más habitual es estimular los movimientos para que se realicen cuanto antes. Se suele valorar más el cuándo que el cómo. El resultado es que los niños no se mueven con la independencia que necesitan, porque en general se les está ayudando, incluso forzando o presionando, para que se muevan por encima de sus posibilidades. Esto, además, les impide vivir cada etapa en toda su plenitud. El ejemplo más habitual es el de poner a los niños a andar en cuanto empiezan a ponerse de pie, interfiriendo en la etapa del gateo.

Bajo un planteamiento de respeto, las siguientes recomendaciones prácticas dejan en manos del bebé y el niño pequeño la iniciativa en el desarrollo de su psicomotricidad:
  • Permitirle que pase tiempo tumbado en el suelo o en una cama grande (sin peligro de caerse), sobre una superficie ni muy dura ni blanda, con pelotitas u otros objetos que puedan manipular sin peligro de hacerse daño, y con suficiente espacio para moverse en función de grado de madurez.
  • Tumbarle boca arriba mientras no sepa darse la vuelta por sí mismo. 
  • Tumbarle mientras no pueda sentarse por sí mismo.
  • Tumbarle o sentarle mientras no sepa ponerse en pie por sí mismo.
  • Permitirle el gateo lo más posible, incluso en lugares fuera de casa. Es una fase fundamental del desarrollo.
  • No prestarle ningún tipo de ayuda ni estímulo para andar, ni siquiera de forma indirecta.
  • Evitar en lo posible el uso de cochecitos, sillitas, hamaquitas, etc que limitan el movimiento
Dejando en manos del niño la iniciativa del desarrollo de su motricidad, se consiguen varias cosas:
  • Asegurar que el desarrollo ha seguido el orden natural, que no se han invertido ni forzado procesos. Es importante porque hay estructuras motrices que tienen que desarrollarse antes que otras, y porque la secuencia de movimientos también está relacionada con la secuencia del desarrollo de las estructuras neurológicas y sensoriales. Cuando se fuerza un movimiento sin tener las estructuras motrices necesarias, pueden aparecer falta de armonía en los movimientos, tensiones y rigidez.
  • Ante cada situación, es el propio niño el que valora sus posibilidades, y aprende a conocerlas. Esto le permite tomar la responsabilidad de sus movimientos, lo que se traduce en una mayor seguridad y conciencia de sí mismo (Experiencia del Instituto Loccy)
  • No aparece el miedo a hacer algo para lo que no está preparado, que es con frecuencia el mayor freno al desarrollo. De forma natural, el niño va superando dificultades en el movimiento, guiado sólo por su impulso interno y el placer que obtiene al conseguirlo.
  • Las estructuras neurológicas que se desarrollan con el movimiento son la base de otras muchas capacidades que se irán desarrollando en el futuro, como la visión espacial o la comprensión matemática. Cuanto más completo y autónomo sea el desarrollo motor, más sólida es la base neurológica para el desarrollo global.
  • Y quizá lo más importante, el desarrollo sensoriomotor es el primer peldaño de esta aventura de hacerse a sí mismo. La calidad, respeto y autonomía con que se lleve a cabo forma parte de los cimientos de cada persona…
 El mismo criterio básico de respeto se puede seguir aplicando, por las mismas razones, en las siguientes actividades motrices: subir a los columpios, montar en bici, nadar, subir a los árboles, etc. Y más tarde también puede extenderse a otras facetas del desarrollo y el aprendizaje…